viernes, 9 de marzo de 2018

Canelo, el amigo fiel


En Cádiz España vivía Canelo, un hermoso perro que pertenecía a un gaditano enfermo renal. Su amo acudía al centro de salud a diario a practicarse diálisis, como Canelo no podía entrar a la clínica, el señor dejaba en la puerta a su fiel amigo, "espérame aquí mi amigo" le decía. Al salir de la diálisis, los dos se iban juntos a su casa.
Cierto día, el amo de Canelo llegó a la clínica, como siempre, Canelo se quedo esperándolo en la puerta, pero esta vez su amo nunca salio, este falleció dentro de la clínica a causa de un paro cardíaco.
Desde entonces el fiel Canelo se convirtió en la viva encarnación de la fidelidad canina, esperó todos los días, todo el día a su amo, sin que hubiera forma humana de hacer que se fuera de la puerta, mirando triste y fijamente a todos los que salían del sanatorio esperando ver a su amigo, a su compañero en las buenas y en las malas, todo en vano, no volvió a escuchar su voz, no volvió a recibir sus caricias, en su memoria quedo aquel "espérame compañero"... así pasaron los días, los meses, los años, ahí permaneció fiel, sin desmayo, solo, abandonado, con hambre, con frío, bajo el sol y la lluvia, esperando el milagro de volver a ver a su amigo.
Un día, recibieron en la perrera municipal una denuncia de un vecino sobre la existencia de un perro abandonado en la puerta de un centro de salud. Canelo fue cazado y llevado a la perrera, al área donde esperan los perros para ser "dormidos".
Entonces se movilizaron los vecinos, los empleados del Centro de Salud, los amantes de los animales, todos en defensa de la vida y la libertad de Canelo y lograron conseguir un indulto y perdonarle la vida. Una asociación de defensa animal lo adoptó, lo vacuno y lo alimentó, trataron de reintegrarlo a varias familias de Cádiz, quienes lo acogieron, pero Canelo escapaba una y otra vez y regresaba a aquella puerta donde dejo a su entrañable amigo, a esperar sin desmayo, día a día...
Los vecinos lo cuidaron y le dieron de comer adoptándolo como parte del vecindario, como algo suyo, no podían hacerle un refugio porque la ley lo prohíbe así que siempre fue un perro sin techo, de la calle.
Así pasaron 12 largos años de espera, su fidelidad y su amor por su amo fue conocida en toda España. Un 9 de diciembre del 2002, Canelo dejo su larga espera, un vehículo lo atropello y se dio a la fuga, dejándolo mal herido para que muriera en la calle, aquella calle a la que perteneció durante 12 años... Esta vez, canelo al fin pudo reunirse con a su amado amigo...
Dos años después, los vecinos del barrio y varias asociaciones, con el visto bueno del ayuntamiento de Cádiz, decidieron darle nombre a una calle peatonal que Canelo frecuentaba, allí se colocó una placa de bronce con su nombre y con su torso en relieve, conmemorando este acto de amistad sin fin, fidelidad y amor entrañable entre hombre y animal...




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