Karlotta, su carisma y personalidad extravagante y
bulliciosa que desde niña demostró eran su firma personal. Aunque llevaba una
vida bastante desordenada, era muy caritativa y servicial con sus vecinos,
siempre se le encontraba en los velorios de personalidades de Tegucigalpa, no
nos asombrábamos de verla al lado de los Callejas o de los Lardizabal en La
Auxiliadora; en todas las actividades del barrio decía presente. Cierta vez se
escucho en la radio que Karlota había fallecido consecuencia de las balas asesinas
de una mujer celosa a la que Karlotta le había robado su marido y al que
encontró en flagrante acto de infidelidad. Los carros de lujo no dejaban de
llegar a su casa, uno tras otro con gigantescos
y tristes arreglos florales y la calle se lleno de gente de luto llorando su pérdida,
mientras ella los recibía con grandes carcajadas, con tamales y guaro: “¡vamos
a celebrar mi velorio entonces, todos y todas las que están aquí son mis amigas
y me lo han demostrado al venir a mi muerte inventada. A beber y a comer hasta
el amanecer!” y así se armo la pachanga por su adelantado velorio.
Así fue, desde niños nos acostumbramos a aquel simbólico
personaje del que huíamos a veces o hacíamos rueda para escuchar sus divertidas
historias, como cuando perdió el título de Miss Honduras.
“Estábamos en la Ceiba” - comenzó su historia –“A mí me llamaron
a participar porque salí elegida miss Tegucigalpa y era la sensación del
certamen” -Estábamos seguros de que si, ya la habíamos visto encabezando
desfiles, en fotos en las paginas sociales de los diarios, en entrevistas con
Jacobo Goldstein y en un sinfín de eventos que hacían más grande su
popularidad.-
“Pues llegue y era la favorita del público y de los jueces, había
hecho gran algarabía con mi traje de noche y no digamos con el traje típico…¡sufran!
Les gritaba a las otras participante muy segura de mi merecido gane” - ( el
grito “sufran” acompañado de una auto-nalgada lo hizo famoso en su esfera de
amigas el cual usan hasta el día de hoy).- “Cuando salí en traje de baño fue eufórico,
todos se paraban para aplaudirme y me gritaban y silbaban sin parar, los flash
de las cámara me deslumbraban, era tanto el alboroto que me obligaron a salir
de nuevo al escenario… y ahí fue el Armagedón…. Se hizo un tremendo silencio y
nadie podía contener su cara de asombro, cuando levante las manos para saludar
al público, accidentalmente se me salió uno de mis grandes testículos por un
lado de mi pequeño bikini. Como pude me lo metí de vuelta, los mire a todos y
les grite ¡Y que pu…es que nunca habían visto un Guevo! Salí, baje del
escenario, agarre mis maletas y me vine
de vuelta sin mi merecida corona… ¡la perdí por un guevo!”…
Eso fue hace muchísimos años, Karlota termino vendiendo lotería
en el parque central, ya no era popular en los velorios de los ricos aunque de
vez en cuando la invitaban al Miss Honduras Gay, pero si la conoció toda Tegucigalpa,
hace poco murió por complicaciones del asma y de los riñones, esta vez no hubo
arreglos florales, ni tamales ni guaro, muchas generaciones de mi Tegucigalpa
la conocieron, muchas personas en toda Honduras al menos han escuchado alguna de
sus bizarras historias, le decían “La Perra Ñata” a ella no le gustaba este
apodo, le gustaba que le dijeran Karlotta…