Mi infancia comenzó allí y allí se quedó, no en la escuela
ni en el colegio, tampoco en el parque, quedó en aquella calle sin salida, quedó en
el cerrito atrás de mi casa donde me escondía de la escuela, donde volaba
barriletes y jugaba a la guerra con soldados de plástico, quedó en aquel cerro del
que conocí cada laberinto y cada piedra, allí, en esa calle quedó aquel sol,
aquellas frías lunas y más frías mañanas, allí quedó la neblina bajando lentamente desde
El Picacho, los gélidos vientos de diciembre y sus fiestas navideñas hasta el
amanecer, allí quedaron mis padres, mis hermanos, mis tíos, mi abuela, mis primos, allí quedó
la puerta siempre abierta de mi casa, los juegos hasta tarde, las bromas, allí quedaron las
potras del fin de semana, jugar libre, ganar a los cuadros, voltear las vistas
del álbum… allí quedó. Allí quedó mi primer amor, mi primer beso y mi primer
desengaño. Mi primera pelea se quedó allí, mi primer miedo, mi primera
decepción. Allí quedó mi primer perro, mi primer trompo, mi primer barrilete,
mi primera onda, mis primeros dibujos y mi primera bicicleta. Allí quedó la
muerte que se llevó a alguien querido, allí quedó la carcajada abierta y la
mirada sincera, la confianza y la sonrisa tímida, las mañanas de matiné allí
quedaron, las tortillas recién hechas de Naya, las paletas de Doña Blanca y los
mangos llenos de adrenalina de Villa Roy. Allí quedaron las fantásticas y
tenebrosas intromisiones escondidas a la abandonada licorera y a la fantasmal
iglesia perdida. Allí quedó el sonido de las llantas de la patineta en la
Concordia. Allí quedaron las estupendas noches en los tubos, noches de 7 locos,
de Frijol y Gañote y de los chistes del Choco Villars. Allí quedó la atrevida y
provocadora traslucida luz en el camisón de la coqueta enfermera y las nocturnas
escapadas calenturientas a la oscura piel de la profesora de inglés; el
amanecer subiendo a pie camino al Picacho… Allí quedaron las tardes de
basquetbol, los juegos de beisbol con pelotas de calcetín, deslizarse por la
cuesta de la muerte… allí quedaron los fantásticos LP´s de Emerson, Lake and
Palmer, Rick Wakeman, Jethro Tull, Queen y Super Tramp… Allí quedaron las
lágrimas derramadas por Lennon, el Schalke 04, la Pepsi con rosquillas, allí …
pensar que allí quedo la verdadera amistad, el verdadero amor, mi niñez, mi
infancia, mi adolescencia… Allí proyecte mi futuro y planifique mi vida… allí
quedó flotando todo, allí esta, en aquella vieja calle sin salida…
miércoles, 30 de diciembre de 2015
viernes, 21 de agosto de 2015
TORPEDO
Le decían Torpedo, se llamaba Humberto. Era hermano de Don
Arturo H, el hombre que tenia 3 esposas, todas con conocimiento de la
existencia de las otras, en 3 casas diferentes claro, pero una junto a la otra
y entre todas habían procreado como a 25 hijos, además de la abuela, doña Santos
quien a sus 80´s le gustaban las cervezas y el abuelo, Don Trino, quien bajaba
a comprar cigarros y no regresaba en días, debido al Alzheimer, nadie lo
buscaba, un día él se acordaba donde vivía y regresaba solito.
Torpedo desde niño había proyectado una conducta rara, nunca
lo llevaron al médico y entre ellos le diagnosticaron “Locura”, esa era su
enfermedad y ya no había nada que hacer.
Torpedo se crió en la calle hasta llegar a los treinta y
tanto años, su locura era tranquila pero a veces se tornaba violento, tanto que
había que encerrarlo y amarrarlo en el cuarto que compartía con la abuela y el abuelo
que eran los únicos que podían calmar sus días y noches de violenta locura y en
quienes encontraba la paz en la mayor parte de su tranquila existencia.
Torpedo deambulaba por la calles de Tegucigalpa con su único
y fiel amigo: un perro al que llamaba “Asaber”. -Torpedo, como se llama tu
perro –le preguntaban- Asaber!!! - contestaba
mirando al can al que acercaba su cara
para que este se la lamiera con alegría.
Pero cierta vez, en uno de esos malos ratos, Torpedo se
torno tan violento y la abuela quiso sujetarlo, este la lanzo apartándola de él
con tanta fuerza, que la abuela cayó al suelo y se desmayo.
Al enterarse Arturo, su hermano, lo busco y al encontrarlo arremetió
a golpes en contra de él hasta dejarlo con su cara desfigurada a golpes y casi
sin conocimiento. Al recuperar el aliento, Torpedo salió en veloz carrera y se perdió
entre las calles del centro. Minutos después llego una mala noticia: Torpedo se
había lanzado de cabeza, a las llantas de una pesada volqueta perdiendo la vida
de manera inmediata.
Torpedo había muerto: sin obituario que leer, él había dejado la escena. El cuerpo
descansaba en un improvisado ataúd hecho con tablas rusticas sobre el que habían
puesto una foto que no se parecía a él. Todos los ajustes para el funeral
habían sido tan mal improvisados como si el mismo Torpedo los hubiera preparado.
El rostro, como se podía ver a través del cristal, no tenía semblante de
desagrado: aparte de los magullones por los golpes y el aplastamiento craneal, perfilaba
una tenue sonrisa, como si la muerte no le hubiera resultado dolorosa, un buen
trabajo del maquillador.
A las seis de la tarde los amigos del barrio fueron citados
para rendir su último tributo de respeto a aquel quien no había tenido mayor
necesidad de amigos y menos de respeto. Los miembros de su numerosa familia no
llegaron a su velorio y nadie lloró sobre su ataúd, esto opacaba la memoria de
Torpedo; pero en presencia de la inevitable muerte la razón y la filosofía no hacen
eco.
A medida que las horas iban pasando, los que llegaban al
velorio en busca de guaro y tamales iban acomodándose y ofrecían consuelo a los únicos parientes
dolidos, la abuela y el abuelo, quienes, como las circunstancias de la ocasión
requerían, estaban solemnemente sentados en la habitación con algunas señoras
vecinas que llegaron por ver el dolor de los dos viejos. Estos buscaron un rincón solitario y se
sentaron de manera circular y como se acostumbra en los velorios, sacaron un
naipe y cada uno su repertorio de chistes, para esperar el café con pan y el guaro con tamales.
Luego llego la rezadora, y en tal oscura presencia las más
mínimas luces se eclipsaron. Su entrada fue seguida por la un par de ayudantas
con sendos rosarios en sus manos, cuyas lamentaciones llenaron la habitación.
Ella se acercó al ataúd y luego de inclinar su rostro por un momento y decir
unas palabras en un idioma que parecía latín, fue gentilmente conducida hacia
un asiento cercano al de la abuela. Lúgubremente y en tono susurrante, la mujer
comenzó su elogio de la muerte, y su tenebrosa voz, mezclada con dolidos sollozos
cuya intención era estimular a los pocos presentes, pareció como el sonido del frío
aire de la noche. El deprimente día se oscureció rápidamente a medida que ella rezaba;
una cortina de nubes se asomaron y un par de gotas de lluvia brincaron en el
piso de tierra del patio. Pareció como si la noche estuviera llorando al triste
Torpedo.
Cuando las últimas frases del casi interminable Ave María habían sido dichas y solo se escuchaba el sutil llanto de la abuela, entró a la habitación Asaber, despacio, con un triste caminar y su cabeza y sus orejas bajas, como llorando por el último adiós de su amo, su único amigo.
Cuando las últimas frases del casi interminable Ave María habían sido dichas y solo se escuchaba el sutil llanto de la abuela, entró a la habitación Asaber, despacio, con un triste caminar y su cabeza y sus orejas bajas, como llorando por el último adiós de su amo, su único amigo.
Mirando con lástima a Asaber estaban cuando sonó el viejo
reloj de la abuela, 12 campanadas avisaron
la media noche, el viento de la madrugada se hizo más y más frío, cuando el
único sonido que se escucho fue un quejido del viejo Asaber, todos lo miraban asustados
cuando comenzó a mover la cola, paró sus orejas, avanzó hacia el ataúd y se
levanto en dos patas y ladró, como lo hacía con su amo cuando jugaban…
Los dolientes, las rezadoras y los borrachos jugadores de
naipe salieron en veloz carrera, tratando en su terror de escapar de la horrorifica
visión. Un hombre tropezó contra el ataúd tan fuerte que este cayó al piso, el
cristal estalló en miles de pedazos por el golpe. Desde la abertura del cristal
se asomaba espantosamente la cara de Torpedo, sonriendo por los lenguetazos felices que le daba su único y fiel amigo Asaber…
martes, 21 de julio de 2015
El Juan y El Johnny...
Juan caminaba por aquella oscura calle que daba acceso a su
trabajo en un pequeño supermercado, había salido tarde de trabajar porque su
jefe reunió a todos los empleados para darles el pago de su aguinaldo de medio año
que habían estado esperando
–Al fin voy a poder arreglar el carro- pensaba. Aquel silencio
en la calle y la oscuridad de la noche fueron interrumpidos por un par de luces
y el sonido de un motor. Juan camino más rápido y trato de no voltear, metió sus
manos en la chumpa mientras caminaba con los hombros encogidos y entre labios
una poderosa oración que ya le había funcionado antes en un par de ocasiones…
al acercarse el carro sus palpitaciones se hicieron más rápidas y fuertes e
hizo una profunda inhalación y retuvo el aire en sus pulmones, cuando el auto
se detuvo bruscamente a su lado y de él se bajo un hombre fornido y mal encarado
que con una voz muy ronca, la más ronca que jamás había oído le grito: ¡Quieto
compita, no te menies, saca las manos de la chumpa! Soltó el aire de sus pulmones
y con nerviosismo saco las manos y las subió a la altura de su cabeza…
-Baja las manos papo viejo- le dijo el ladrón mientras con
una mano registraba todos los bolsillos y con la otra sostenía una enorme arma
de fuego.
–Solo palmados me íncontrado hoy- dijo mientras Juan miraba
nerviosos el brillo de unos dientes de oro al tiempo que escuchaba el sonido
del papel del sobre con su dinero que salía de la bolsa de atrás de su pantalón,
cerró los ojos y solo pudo pensar en su esposa embarazada y su hijito de 2 años
que lo esperaban en casa.
¡Démola compa! Dijo el ladrón al chofer y arrancaron el
carro pero no habían avanzado ni diez metros cuando se detuvo y comenzó a
retroceder, a Juan casi se le paró el corazón cuando escucho al ladrón y a su cómplice
discutir… - hoy sí… ya me fui – pensó entre
resignado y asustado, el ladrón bajo de nuevo del carro y le pregunto con aquella
extraña voz y aquel raro hablar:
¿Cómo se llama compita?–
-Juan, contesto
-Ve!… igualito a mi! pero ahora me dicen el Johnny
Y ¿pa onde va compa?- pregunto Johnny
– no se preocupen – dijo Juan – voy aquí cerca –
-nombe compita subase a la máquina que le doy rai –
- No, de verdad que no – repitió Juan
-Que te subas te digo! Repitió el ladrón ya con tono de
orden
Juan se subió al carro y luego Johnny… mientras Johnny
manipulaba su arma y le decía que no mirara su cara ni la del conductor, a Juan
le volvieron los pensamientos a su mujer y a su hijo, al Padre Nuestro y al Ave
María, el tiempo se le hizo el más largo de su vida, después de un rato de
andar divisó la parada de buses y dijo:
-Aquí me pueden dejar, aquí agarro el bus-
-Tas seguro?- pregunto Johnny
-Si, por favor dejenme aquí- dijo Juan con un tono de voz
casi suplicante
-Parece compa- ordeno Johnny al conductor… Vaya, apiate, ordeno
a Juan.
Cuando Juan bajo del carro Johnny lo detuvo con su mano en
el pecho y le pregunto:
-¿Andas biyuyo pal bus?
-No- dijo Juan
Johnny saco el sobre de Juan, lo abrió y saco 50 Pesos y se
los dio – Nos vemos compita- dijo al despedirse.
Juan se monto al bus aun nervioso y acongojado, miro los 50
pesos y pensó: – Buena onda este Johnny-…
domingo, 21 de junio de 2015
Otro crimen impune
Anoche…al pasar por la iglesia, le cedí el paso a una caravana
de 3 autos que salían de ella, el primero decorado para llevar a los novios, con
cintas y chongos blancos, atrás 2 más con sus familias, iban felices, así lo
sentimos nosotros… 3 cuadras adelante, cuando el semáforo cambió a verde y la
caravana comenzó a pasar, la fuerza de miles de toneladas de hierro impactaban contra
el último carro…una camioneta de lujo contra un vetusto taxi, el poder de la
velocidad movidas por litros del alcohol que convierten a un idiota en un
super-idiota, un infeliz cobarde que al ver el crimen que había cometido y los lamentos
que había provocado salió de su super-camioneta y corrió como loco hasta
perderse en la oscuridad de la las calles medio vacías. Frente a nosotros, el
cuerpo inerte comprimido por el mortal golpe, un devastador golpe que provoco la
muerte inmediata de una joven mujer, tal vez madre, esposa, tal vez maestra o
enfermera… el dolor en las caras de la familia que venían de celebrar un ritual
de vida inolvidable que se convirtió en un acto de muerte inolvidable, una celebración
de aniversario de todos los futuros años convertidos en el recuerdo de una muerte,
muerte que estaría escrita en la lista de Dios de los muertos de ese día… les
cedí el paso… pude haber sido yo, pensé… pero la vida o la muerte no son una
lotería…nos acercamos por si podíamos
ayudar pero ya nada se podía hacer… de regreso a casa, obligadamente tuvimos que
pasar por el mismo lugar, el mismo olor a muerte, el mismo llanto, las luces de
una patrulla y otro crimen impune en mi ciudad…
viernes, 29 de mayo de 2015
Se llamaba Mirtha
Desde muy temprana
edad sintió las caricias torpes de sus amiguitos, su feminidad había despertado
tan temprano así como ella misma sentía el despertar de sus deseos incontrolables
sin saber si se trataba de una enfermedad o simplemente así debería de ser, su
madre alcohólica nunca le hablo acerca de lo que habla una madre a una hija, su
padre alcohólico nunca pudo verle a los ojos, sus hermanos no la cuidaban como
un hermano cuida a una hermana y los primeros consejos los escucho del grupo de
amigos que despertaban sus sexualidades con ella misma. Así creció.
Su voz sonaba chillona, aguda como un
espanto, su débil y delgado cuerpo ya sabía de noches de jergas, de marihuana y
alcohol, de días de 48 horas y de incontables hombres que habían recorrido sin
respeto su menudo y delgado cuerpo de mujercita… ”siempre quise tener un pony” decía
mostrando rasgos de su inocencia perdida… En su adolescencia ya sabía de las
caricias malsanas de sus amigos y de desconocidos a los que acababa de saludar, aquellas caricias que ella deseaba correspondieran a las caricias del amor, como las que soñaba que
le hacia un tal Armando, las que más de una vez terminaron en filas de
Armandos, en 12 Armandos, 20 Armandos, hasta el amanecer, cuando se encontraba otra
vez sola…
Nunca tuvo grandes aspiraciones, su
alma prendada a su cuerpo que ocupaba aquel demonio, su cuerpo que desparramaba
olor a sexo al caminar… ese diablo la tuvo en oferta algún tiempo pero después decidió
quedarse con lo mejor de ella, había decidido vivir de la manera más fácil, sin
esfuerzo, una cama en un vetusto cuarto, esa era su decisión, tal vez no era
buena, pero al menos había tomado una decisión, aunque en el fondo, ella no había
decidido nada.
En el Barrio nadie la tomaba en serio,
pero eso a Mirtha no le molestaba, al contrario. Para la mayoría Mirtha no
tenia futuro, su pasado la condenaba a vivir en ese presente, era su condena…
Llego el día en que la fusep la subió a la patrulla acusada de escándalo público,
después vinieron mas, por violencia, por prostitución, por robo… “Armando me quería,
yo nunca le creí cuando me lo decía, pero me quería”, decía a sus colegas en las
celdas o en la calle, añorando sus años adolescentes…
Los años fueron pasando rápido para
Mirtha, había vivido mucho, demasiado, como 100 vidas de una muchacha cualquiera…en
noches de drogas y alcohol se entregaba bailando con la mirada perdida aferrada a sus recuerdos de niña… hasta que una noche, una droga mala la hizo
desmayar y echar espuma amarillenta por su boca que aun mantenía un cigarro
humeante…
Armando… Armando no te vayas, susurra cuando sus ojos a veces despiertan del letargo mientras Armando, se levanta de su silla, le besa la frente, cuando, a las 5 de la tarde, termina la hora de visita en el Psiquiátrico Santa Rosita…
martes, 12 de mayo de 2015
Gringos charrulas
Hey, gringos charrulas; Juan Orlando Idiota, nosotros no queremos que nos manden Marines de mierda, más peor (como dicen en mi pueblo) esos locos, abusadores, violadores, drogadictos y desalmados asesinos que vienen de masacrar gente de Irak o de Afganistan y traen dolor en sus corazones, desengaño de su propio país, enfermedades venéreas que ni conocemos, racismo, desprecio por la vida y ningún temor a Dios.... Porque mejor no nos mandan una buena cantidad de profesores que nos eduquen, un pijaso de doctores, de los que no cobran, un buen pucho de ingenieros que hagan puentes, escuelas rurales y casas para los pobres... algo más productivo pue...Eso es lo ocupa mi país, no basura violenta... puta mano... viva Honduras 3 veces...
Mi primera Baika...
Todos los días pasaba por la tienda viendo la nueva chopper. Se la pedí a mi viejo quien me llevo trabajar 6 meses con el a la Moda de París, haciéndole mandados, recogiendo firmas, buscando tarjetas de clientes, comprándole café, esperando con paciencia. Uno de esos días, después que venimos a almorzar a la casa me dijo que nos fuéramos a pie a su trabajo, en el camino me iba hablando acerca de que cuando uno quiere de verdad algo tiene que ponérselo como una meta, algo que hay que alcanzar sin descanso y que solo trabajando con ganas uno puede conseguir lo que quiere. Después de 4 cuadras sentí que mi bici ya iba a ser un clásico para cuando pudiera juntar lo que me faltaba. Cuando nos desviamos del camino sentí como me palpitaba mas el corazón porque íbamos a la tienda donde estaba esperándome mi chopper, entramos a la tienda y vi como mi papa llamaba al vendedor y le dijo: Deme esa bicicleta roja que este cipote ya junto el pisto trabajando, me sobo la espalda y me dijo...ya es tuya, te la ganaste... la desenvolví, me monte y me fui feliz a dar vueltas al barrio...a los 13 me había ganado mi bici...trabajando con mi viejo...
domingo, 26 de abril de 2015
Tergiversación fatal… La muerte llegó en 60 minutos
Jacinta 8:00 Hola Carol,... todo tranquilo, aquí trabajando duro siempre en el hospital,
aunque despidieron a algunos compañeros pero yo bien… y ahorrando para irme de vacaciones… decile a Rosa
y a Rita y las demás que me llamen, es cierto que a veces hago doble turno pero
a ver cuando podemos vernos… chao…
Carol 8:10 a.m.: Rosa, acabo de ver a Jacinta, venia tranquila del
trabajo, aunque preocupada porque hay rumores de despidos, se notaba que estaba
un poco cansada porque trabajó doble turno en el hospital ya que necesita sacar
más billete para irse de vacaciones, te mando saludes, dice que la vayas a
visitar o que la llames para saludar…
Rosa 8:25 a.m. Berta, me dijeron que vieron a Jacinta, dicen que
estaba un poco enferma y demacrada y de paso como que la van a despedir sin
billete, aunque la hacen trabajar doble turno y no le dan ni vacaciones… imaginate
que dijo que vos y yo ya no la visitamos ni le hablamos…
Berta 8:32 a.m. Rita,
fijate que parece que la pobre Jacinta esta bien mal, como que la despidieron
del trabajo en el hospital porque ya no puede ni trabajar, anda detrás de un
billete, a saber que tendrá porque ya nadie quiere verla ni hablar con ella…
Rita 8:40 a.m. Martha, fijate que Jacinta además de estar sin
trabajo, parece que fue al hospital y le dijeron que estaba bien mal, como que
le estaban recogiendo un billete para ayudarle en su enfermedad, parece que ya
casi ni ve ni habla…
Marta 8:49 a.m. Lore, preparáte, Jacinta se esta muriendo, ya no
puede ni trabajar y me dijeron que está interna en el hospital bien malita y
están pidiendo colaboración para su entierro y como que tiene algo feo porque
no la dejan que uno la vea ni le hable…
Lore 8:55 a.m. Hay Belinda…. Hay no!....Se nos murió Jacinta… parece que de
una rara enfermedad terminal que le pasaron
en el trabajo en el hospital y como que la van a enterrar de inmediato y ni
siquiera podemos darle el último adiós…
9:00 a.m. Funerales La Auxiliadora avisa a familiares y
amistades del sensible fallecimiento de quien en vida fuera la Doctora Jacinta
y se les invita a una misa de fin……………
domingo, 22 de marzo de 2015
Vacuna contra la Indiferencia
Ojalá existiera una vacuna contra la indiferencia. Hoy viendo las escenas del incendio, mire a una señora de unos 50 tirada en el piso con yagas en sus brazos, con su cabeza rapada por el fuego y sus ropas quemadas, mientras tanto, un camarógrafo de algún noticiero la filmaba y otro camarógrafo de otro noticiero la filmaba más de cerca, encima de ella, rodeándola con su lente encuadrado, como si fuera una ave de rapiña que espera el último suspiro de su presa... Las llamas alrededor de ella, un cilindro de gas en llamas peligrando estallar y ninguno de los dos camarógrafos ademas de un caminante que paso apresurado a su lado sin siquiera voltearse le ayudaron, hasta que un joven se metió entre las cámaras indiferentes, la levanto y la saco del peligro y del objetivo de la cámara, la señora y el héroe ya no eran noticia, se salieron de cuadro, las cámaras buscaron más victimas agonizantes... Vale más una buena toma que una vida? estoy más que seguro que la indiferencia es de cobardes...
domingo, 8 de febrero de 2015
Los Ahorros más especiales de mi vida...
Ese diciembre, al fin de año, Doña Alicia me llamo cuando me
vio en la calle jugando potra, me hizo entrar a su siempre reluciente sala y me
puso un sobre con mi nombre en él en mis manos, “esto es tuyo” me dijo “hace
tiempo te lo quería dar, nos vemos” dijo,
indicando que la plática era así de corta, tal vez porque me vio sucio y
sudado de pies a cabeza resultado de las revolcadas de la potra callejera y no
quería que le ensuciara su pulcra sala. Salí un poco confundido, abrí el viejo sobre
y en el había 3 Lempiras con 50 centavos y una nota con un nudo en la garganta que
decía “saldo del ahorro de Jorgito”.
Diez años atrás, nos reuníamos en casa de Alex y Carolina,
dos hermanos hijos de doña Alicia, a los que nunca dejaba salir más que para ir
al colegio, ella no dejaba que sus hijos tuvieran amigos en el barrio pero había
permitido a algunos cipotes del barrio llegaran a jugar, yo y mis menores
hermanos y mis vecinos hermanos Salomón y Enma éramos los elegidos. Siempre las reuniones eran
para jugar Lotería o Monopolio y así pasábamos la tarde entre risas acompañados
de “El Catrín”, “El Borracho” o comprando alguna propiedad en “Rua Augusta”
mientras doña Alicia nos llenaba con bandejas de churritos fiesta, dulces o galletas con
refresco de Cool-Aid.
Uno de esos días, doña Alicia nos dijo: quiero que hagamos
algo por nosotros, ahora cuando vengan, me van a dejar un ahorro, de la
cantidad que sea, en estos sobres voy a escribir sus nombres y ahí vamos a
guardar el ahorro, a final de año vamos a ver qué hacemos con él. ¿Qué opinan?
Nosotros éramos niños de 7 años, todavía sanos, confiados y aceptamos el reto.
Paso todo el año y nosotros, cada visita aportábamos para el
ahorro lo que nos sobraba en monedas. Una tarde de diciembre, unos días antes
de navidad, doña Alicia nos reunió y dijo: mañana se vienen bien bañados y cambiados
porque vamos a salir, ¡por fin vamos a disfrutar del ahorro navideño!… Una gran
noticia.
Llegamos a la hora pautada y caminamos hacia el centro, hacia
aquel Restaurante tipo americano llamado Brik Brak, entramos todos y nos
sentamos en aquellas grandes sillones de respaldar alto de cuerina, ese
restaurante que olía tan especial, una combinación entre sándwich cubano con
papas fritas, hamburguesas, café y malteadas. Teníamos derecho a pedir lo que
quisiéramos mientras tanto estuviera dentro del presupuesto de tus ahorros,
todos teníamos suficiente para una hamburguesa doble o el famoso sándwich
cubano, de los mejores de Tegucigalpa, además de una rebanada de pastel de
manzana con una bola de helado encima… “El otro año vamos a ver cuanto
ahorramos y a ver a donde vamos” comentábamos en nuestro regreso al barrio… El siguiente
año no fue igual por lo menos para mí. Yo ya casi nunca iba a casa de los
hermanos, me junte con otro grupo de amigos, otro ambiente y ya no era del
grupo selecto por doña Alicia quien después casi nunca me hablaba más que para
saludarme, hasta ese día, diez años después, cuando me llamo para darme ese sobre con
mi nombre y con los ahorros más especiales de mi vida…
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