Ese mismo Papa bloqueó la beatificación de Oscar Arnulfo Romero, quien pensó antes que Bergoglio que la iglesia debe ser pobre y para los pobres. Romero por esto pago con vida, pero para el Santo no era más que otro cura comunista de un pobre país... en un continente donde hay más católicos que en cualquier otro. El nuevo Santo llegó al extremo de hostigar a Romero para que hiciera un pacto con el gobierno salvadoreño cuando escuchó a este denunciar las violaciones de los derechos humanos y cuando lo vio caminar al lado del pueblo pobre que era víctima de la violencia política.
Este Santo que llegó a bendecir, hacer pactos y hasta posar con dictadores asesinos, de los de verdad, como Pinochet. Encubrió corrupción, suicidios, mafias infiltradas, bancos dudosos financistas de políticas anticomunistas, persecuciones religiosas de curas modestos que gritaban NO a los asesinos de sus pueblos y a los que nunca, en sus 25 años, nombró como Cardenales por sus acciones sociales y por sus compromisos con los pobres.
Un Papa santo que aun conociendo de nombre y cara a los pederastas de sotanas hipócritas, se hizo de la vista gorda, promovió y encubrió, como lo hizo con el reconocido pederasta Mexicano Marcial Maciel, quien después de haber abusado de varios menores y hasta de sus propios hijos fue recibido por el santo con bombos y platillos y preguntándose con una gran sonrisa: “¿Victimas, que victimas?”. Para el santo las victimas no eran los niños y los adultos abusados, la víctima era la Santa Sede engañada y perjuriada por los enemigos comunistas.
Ahora suspirarán y llorarán cuando millones se arrodillen frente a sus imágenes en las iglesias pero no se preguntaran a donde deben de arrodillarse todos los niños violados debajo de las sotanas, los hijos de los asesinados por las dictaduras a las que beso en la mejía… Ojalá un día recuerden la palabras del arzobispo Brasileño Elder Cámara: “Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista” O las palabras de Oscar Arnulfo Romero. “La justicia social no es tanto una ley que ordene distribuir; vista cristianamente es una actitud interna como la de Cristo, que siendo rico, se hace pobre para poder compartir con los pobres su amor. Espero que este llamado de la Iglesia no endurezca aún más el corazón de los oligarcas sino que los mueva a la conversión.” ...