Las alegrías de Don Chema son pocas y contadas... una taza de café por la mañana, el agua fría de la pila cuando lava su cara, las palomas que lo esperan a que les lance maicillo, una gata negra sin dueño y sin nombre que lo visita y un colibrí que llega todas las mañanas a revolotear sus alas en su pequeño jardín lleno de mariposas.
Las tristezas de Don Chema... esas si son muchas, ya quedo calvo, solo le queda un diente que lava religiosamente en las mañanas, le duelen las rodillas constantemente, a veces come y otras veces no y no ha tenido noticias de sus dos y únicos hijos, Violeta que hace muchos años se fue en una caravana cérquense detrás de un payaso drogadicto y abusivo y Nicolás, el pequeño Nico, que se fue con su esposa en otra caravana a buscar mejor vida y nunca le ha llamado para confirmar si ya la encontró. El no tiene trabajo, desde hace mucho que lo despidieron sin decirle porque, sería por viejo, se quedo solo en este mundo, sin dinero, sin familia, en un cuarto que ya está sin pintura y de donde todos los días se cae una teja o un vidrio de las polvorientas ventanas.
El vive de la lastima de los vecinos que de tanto en tanto le dan para comer y unas monedas que guarda para el vicio del tabaco, esta solo, enfermo, hambriento, con sus ropas mugrosas, sus arrugas bien marcadas en su cara, aparenta menos, pero acaba de cumplir 90 años, se levanta y se sienta en el portal a ver pasar la luz del día por el jardín, en la noche enciende una lamparita y hace figuras con la sombra de sus manos y antes de acostarse se fuma un cigarro al que le quita el filtro para que se le quite más las ganas. En su cama espera en silencio que lo encuentre la muerte, no le gusta dormir porque quiere encontrarla despierto y preguntarle porque se atraso tanto en llegar, recuerda la ultima vez que sus labios se posaron en la frente de su mujer, Rosa Margarita, la hermosa mujer con el nombre de dos hermosas flores, a quien beso por ultima vez en la cama de un hospital sin maquinas para quimioterapia, sin medicinas y sin tiempo.
A Don Chema no le interesan sus tragedias, las pocas alegrías las guarda en su memoria para contarselas a la hermosa Rosa Margarita, cuando la encuentre de nuevo y vuelva a besarla...