Acostado en la cama, en la
soledad de la noche, contaba las gotas del transparente suero que caían lentamente para entrar en su torrente
sanguíneo, era su última noche y él lo presentía, ese día se había sentido
mucho mejor después de varios días de soportar intensos dolores, vómitos y
convulsiones musculares, ese era el día de paz que te regala la vida antes de
morir, es la víspera de tu muerte. Dispuesto a dormir estaba cuando escucho que
susurraban su nombre, a pesar que no podía ver casi nada, levanto la cabeza y
observo una sombra acercarse a su cama, apareció un hombre alto, muy alto, con
cara de ángel y mirada penetrante, vestido de negro, con bastón y perfume de
lirios, se sentó a sus pies, una de sus manos se poso sobre su tobillo y sintió
aquellos dedos fríos como el hielo que lo acariciaban suavemente… -Soy tu
demonio- le dijo, -vengo por vos-.
Era aquel demonio que siempre
anduvo a su lado, en las andanzas de su malvivida vida, en sus mozos días de
ladronzuelo callejero, en sus jóvenes días de asesino a sueldo, en sus últimos
días de estafador tramposo empedernido.
-¿Cómo te llamas?- Le dijo el
moribundo… aquel demonio lo miraba fijamente, sin contestar, solo se escuchaba
su respiración, dura, ansiosa, esperando el último suspiro del moribundo.
-¿No me vas a decir como te
llamas?- Pregunto de nuevo el moribundo.
- No – respondió el demonio
-¿Ni siquiera ahora que estoy
por morir?-
-No- repitió el demonio
-No puedo creer que no confíes en mi después de
tanto tiempo andado juntos, después de todas las experiencias que hemos vivido ¿no
me vas a decir con quien voy a caminar mi último camino?
-No insistas, no te lo diré y ya deja de joder, -
refunfuño el demonio, se acerco a su oído diciendo –terminate de morir que bien
sabes que llevo muchos años queriendo devorar tu sucia alma…
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