domingo, 23 de noviembre de 2014

Clic

Hugo escuchó el “clic” del gatillo, cerró los ojos fuertemente, pensó en su madre, esperando que detonara el arma y le volara los sesos esparciéndolos por toda la calle…
10 minutos antes había estado bebiendo y fumando con sus amigos quienes se despidieron de él dejándolo solo en aquel pequeño estanco que acostumbraban visitar; aquel estanco de mala muerte del mentado “Manguito”, en la soledad de una calle del Barrio La Concordia… Ya no tenía dinero pero recordó que su Mamá había dejado la cartera en la sala de su casa y dispuso ir sacarle “prestados” un par de billetes para continuar con la noche alcohólica…
¡Dame todo lo que andas!- le dijo el nervioso asaltante. –No tengo nada- contesto Hugo nerviosamente.
Sintió en su cabeza el frío cañón de aquel revolver y esperó lo peor; pero nada paso, el asaltante había olvidado quitarle el seguro al arma y Hugo, aprovechando la oportunidad, se safó con una voltereta y le quito el arma al ladrón, los papeles se habían invertido, ahora era Hugo el que tenía el arma y le apuntaba a la cabeza al sorprendido ladrón, le quito el seguro, puso su dedo en el gatillo y lo miro fijamente a los ojos preguntándose a sí mismo, si él, un joven de bien, sería capaz de presionar el gatillo y volarle la cabeza a aquel malnacido, justo como aquel lo quiso hacer con él si no se hubiera equivocado tan ingenuamente con el seguro unos segundos atrás.
Ahora vos, dame todo lo que andas! –le grito Hugo al asustado y estúpido ladrón…
Manguito escucho una detonación que venía de unas calles cercanas y pensó en cerrar el estanco por seguridad, en eso estaba cuando entro Hugo, había conseguido dinero suficiente para un par de tragos más, para cigarros y hasta para marcar “Nights in White Satin” en la Rockola del estanco...


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