miércoles, 30 de diciembre de 2015

En Aquella Calle sin Salida

Mi infancia comenzó allí y allí se quedó, no en la escuela ni en el colegio, tampoco en el parque, quedó en aquella calle sin salida, quedó en el cerrito atrás de mi casa donde me escondía de la escuela, donde volaba barriletes y jugaba a la guerra con soldados de plástico, quedó en aquel cerro del que conocí cada laberinto y cada piedra, allí, en esa calle quedó aquel sol, aquellas frías lunas y más frías mañanas, allí quedó la neblina bajando lentamente desde El Picacho, los gélidos vientos de diciembre y sus fiestas navideñas hasta el amanecer, allí quedaron mis padres, mis hermanos, mis tíos, mi abuela, mis primos, allí quedó la puerta siempre abierta de mi casa, los juegos hasta tarde, las bromas, allí quedaron las potras del fin de semana, jugar libre, ganar a los cuadros, voltear las vistas del álbum… allí quedó. Allí quedó mi primer amor, mi primer beso y mi primer desengaño. Mi primera pelea se quedó allí, mi primer miedo, mi primera decepción. Allí quedó mi primer perro, mi primer trompo, mi primer barrilete, mi primera onda, mis primeros dibujos y mi primera bicicleta. Allí quedó la muerte que se llevó a alguien querido, allí quedó la carcajada abierta y la mirada sincera, la confianza y la sonrisa tímida, las mañanas de matiné allí quedaron, las tortillas recién hechas de Naya, las paletas de Doña Blanca y los mangos llenos de adrenalina de Villa Roy. Allí quedaron las fantásticas y tenebrosas intromisiones escondidas a la abandonada licorera y a la fantasmal iglesia perdida. Allí quedó el sonido de las llantas de la patineta en la Concordia. Allí quedaron las estupendas noches en los tubos, noches de 7 locos, de Frijol y Gañote y de los chistes del Choco Villars. Allí quedó la atrevida y provocadora traslucida luz en el camisón de la coqueta enfermera y las nocturnas escapadas calenturientas a la oscura piel de la profesora de inglés; el amanecer subiendo a pie camino al  Picacho… Allí quedaron las tardes de basquetbol, los juegos de beisbol con pelotas de calcetín, deslizarse por la cuesta de la muerte… allí quedaron los fantásticos LP´s de Emerson, Lake and Palmer, Rick Wakeman, Jethro Tull, Queen y Super Tramp… Allí quedaron las lágrimas derramadas por Lennon, el Schalke 04, la Pepsi con rosquillas, allí … pensar que allí quedo la verdadera amistad, el verdadero amor, mi niñez, mi infancia, mi adolescencia… Allí proyecte mi futuro y planifique mi vida… allí quedó flotando todo, allí esta, en aquella vieja calle sin salida…



1 comentario:

  1. En La casa verde de esquina vivió por muchos años mi Tía Teresa Arriaga de García proveniente del Dpto. de Intibuca. La Esperanza.

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