miércoles, 18 de junio de 2014

La Mejor Aventura de Mi Vida.

Unos meses antes me había inscrito en lo que sería una aventura, la mejor de mi vida.
Aun recuerdo aquella tarde, tarde de potra, en este momento de mi vida tuve la oportunidad de conocer los inspiradores trabajos del voluntariado, nunca imagine la experiencia de aventura que vendría, a los 14, ir a las desconocidas montañas de un lugar llamado Namasigue a atender un desastre natural, no entendía mucho, no sabía mucho, solo sabía que el desafío era grande y yo quería aprender y participar de eso!
Partimos un día cualquiera, pero no éramos cualquiera, éramos jóvenes y nos creíamos guerreros… y nos trataron como tal, nos inspiraron, nos motivaron, nos alabaron y nos soltaron… el resto era para la historia.
Llegamos a Choluteca en una mañana lluviosa, un grupo de Las delicias, otro grupo de Miramesi, un grupo de El Chile y un grupo de San Salvador, caminamos durante horas, 9 para ser exactos, llegamos de noche, comimos, dormimos. De ahí, cargamos nuestra existencia durante 10 días mirando lo que Dios nos daba cada día, lo que nos quitaba también, de la manera más sublime, respirar y sentir el sol en tu cara, el sonido casi sollozante de los arboles tirados en el suelo por la fuerza de las aguas y sus frutos sin dueño del que comíamos, el sonido de la maleza húmeda al caminar entre ella, el sonido del viento y de las oscuras noches a la intemperie, el sonido de los pájaros en el día y los coyotes en la noche, el sonido de las tormentas eléctricas en el camino, el sonido de los maderos quemándose en una tibia fogata desde la humedad del suelo y el frío de las noches, noches de desvelo. Luego, la llegada de los cientos de necesitados a los que antes visitamos casa por casa en eternas caminatas para ofrecerles algo de medicina, comida enlatada, ropa usada y apoyo… ahí entendimos de que estábamos hechos y que impulsaba nuestros corazones… Fuimos, caminamos, curamos heridas, escuchamos fantásticas historias, hicimos amigos, nos caímos, nos levantamos y nunca estuvimos solos, fuimos un equipo, una hermandad, una familia…
Al regresar un grupo de jóvenes, tal vez inspirados, nos esperaba en Choluteca, eran de ahí, y nos preguntaban como podían hacer ellos para convertir sus tardes de potra en experiencias como la nuestra… pero ya había nacido, nosotros fuimos los primeros, una Cruz Verde en el pecho que inspiro una abrumadora experiencia… Regresamos a entrenarlos, después quisieron robarse nuestra historia… pero esa es otra historia… la mía no me la roban…
Después vendrían muchas otras experiencias sufridas y excitantes, pero esta fue especial…Lo volvería a hacer, volvería a ir… me gustaría… no se si ahora podría… pero me gustaría…



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